El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, respondió preguntas a la prensa, tras la denuncia de la revista ANÁLISIS por tormentos a las monjas de clausura de Nogoyá. Descartó que haya torturas intramuros, sostuvo que el estilo de vida es de libre elección, minimizó el uso de elementos como cilicios y fustas, y los calificó de "disciplina".
Volvió a reprochar el accionar de la Justicia: consideró que el allanamiento intempestivo fue “desmedido” y deslizó que la prensa está marcando el tiempo judicial. Restó crédito a los testimonios aportados por ex monjas para la investigación periodística de este medio. Señaló que en la revisación médica de ayer a las religiosas, no se encontraron marcas de martirios y puso como ejemplo: “Vemos muchas veces como los laicos suben escaleras de rodillas”. Dijo no saber si el caso podría originar algún problema diplomático: “Tendrían que haberle comunicado antes al señor Nuncio, porque es una zona especialmente protegida por el Papa”. Luego indicó que durante su mandato, a ese monasterio no ingresaron menores de edad. Por otro lado, admitió una opinión personal y consideró que “algunas cosas podrían cambiar”.
Pasadas las 10.20 de este viernes y tras la larga jornada mediática de ayer, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, llamó a una rueda de prensa para hablar sobre la denuncia de ANÁLISIS y la medida judicial en torno del caso. Los medios respondieron con amplitud a la convocatoria y la voz oficial de la Iglesia Católica de Paraná se vio nuevamente amplificada por radios, canales, medios digitales y gráficos.
Con voz baja y dispuesto a responder todas las preguntas que se le hacían, Puiggari inició la conferencia pidiendo exponer dos temas: “Les quiero aclarar quiénes son las carmelitas y su vida. Se trata de una congregación religiosa que en Occidente nace en el Siglo XIV y la madre fundadora es Santa Teresa, una mujer que funda un montón de conventos. Ella cree que en ese momento, la Iglesia necesita de monjas que se entreguen a la oración y la penitencia en clausura, para rezar y hacer penitencia. Eso se prolonga hasta hoy y el Papa Juan Pablo II, aprobó dos constituciones: una del año 90, que es mantener prácticamente la línea de la madre Teresa, con una gran tradición de siglos; y otra del 91 con otras características. Las hermanas que están en Nogoyá son las de la constitución del 90 que son las más estrictas. Ellas entran ahí, tienen una vida de clausura, sólo salen por una cuestión médica, por un motivo grave y se dedican fundamentalmente a la oración, la penitencia y el trabajo porque viven de su trabajo”.
En la misma línea agregó que la constitución del 90, “está aprobada por la Santa Sede y ellas dependen de la Santa Sede”. “Ellas mantienen muchas costumbres, fíjense que es una congregación que ha dado muchas santas. Tienen un fuerte énfasis penitenciario. Eso no es sufrir y llorar, es unirse a la pasión de Jesús. Sé que este lenguaje, para el que no es cristiano le puede resultar extraño, pero San Pablo dice ‘completen ustedes lo que falta a la pasión de Jesús’. Entonces, hoy esa pasión es la penitencia por ejemplo en la privación de la carne, el vino o hacer una obra de caridad. Siempre en función de que lo que me privo vaya al que más lo necesite”. Más adelante ejemplificó que “en las peregrinaciones la gente sube escaleras de rodillas en Luján y se lastima, gente que peregrina kilómetros descalzo”.
Cilicios: “Unos alambres con pinchecitos que molestan”
“Las carmelitas mantienen tradiciones que son corporales, no son torturas, no son obligatorias. Libremente, los que quieran pueden usar el cilicio”, aseguró, y más tarde volvió sobre el tema al admitir que ese elemento es usado “los viernes, un ratito”.
“Ustedes vieron por televisión los cilicios que están mostrando y no es verdad. Esos no son los cilicios que usan ellas. Uno no tengo acá para mostrar. El cilicio es un alambre, con unos pinchecitos que se ponen alrededor de la pierna, que no lastiman ni sacan sangre, pero molestan”, describió. “Esta es una práctica que ellas tienen libremente”.
“Escándalo” y comunicación al Nuncio
Puiggari dijo estar “asombrado por todo el escándalo que se ha hecho”. Agregó que no encuentra “en qué crimen está tipificado”. “Dicen que es Privación de la libertad, pero son todas mayores de edad, todas libres. Ayer decían que estaban desnutridas pero un médico de la Policía las encontró que no están desnutridas. Decían que no se atendían. Había hermanas lamentablemente enfermas con cáncer. Ellas tienen un médico de cabecera en Nogoyá, alguna de ellas se atiende en Santa Fe”, aseveró.
Admitió que ayer, lo primero que tuvo que hacer fue “comunicarle todo al señor Nuncio”. “Le tuve que comunicar a la Santa Sede. Creo que el procedimiento debería haber sido distinto. Tendrían que haberle comunicado antes al señor Nuncio, porque es una zona especialmente protegida por el Papa”.
“El Nuncio está al tanto de todo, conoce perfectamente todo lo que sale, yo le mando todo”, subrayó y más adelante admitió “preocupación en la Nunciatura”. “No sé”, dijo, ante la posibilidad de que exista algún problema diplomático. “En la Conferencia Episcopal también hay preocupación, porque parece como una desproporción”, recalcó sobre el allanamiento intempestivo.
Allanamiento y resultado
“Si los médicos no lo comprueban, no hay sangre, no es lastimarse. ¿Por qué no podemos dejar a ellas la libertad?”, preguntó en un tramo de la entrevista y respondió: “Entiendo que no estén de acuerdo, pero por qué no respetamos la libertad de ellas y sus actos privados que no está tipificado en la ley. No es que usan el cilicio todos los días, lo usan los viernes un ratito, ni sé cuánto porque es libre”, acotó.
También se le preguntó por el allanamiento y los elementos secuestrados. “Ayer leí que la causa está en secreto de sumario. Pero sé que secuestraron un alambrecito que tiene como unas salidas tipo pinches, pero no pinches que lastiman porque no entran en la piel, molestan. Y después también secuestraron como una especie de cintas que no sé cómo llamarlas, con las cuales a veces se puede golpear la espalda. Esto es aprobado por la Santa Sede”, reiteró.
En cuanto a la forma de salir del convento, el arzobispo de Paraná manifestó: “Una chica que recién entra se puede ir libremente. Si tiene votos solemnes, que los hacen después de varios años, tengo que pedir a la Santa Sede. Pero la voluntad es de ella: me manda a mí y yo le mando a la Santa Sede para que le levante los votos. Después se va como cualquiera”, aseguró.
Una cuestión de “respeto”
“Yo puedo no es estar de acuerdo, pero lo respeto. Yo no estoy de acuerdo con que los Testigos de Jehová no puedan hacerse transfusiones de sangre, pero lo respeto porque es su condición religiosa”, comparó.
En cuanto a su opinión personal de este tipo de prácticas, Puiggari insistió en que son cuestiones de penitencia y graficó: “Cuando ustedes están tomando frío para una nota, esperando, es un sacrificio”.
“Despliegue”
“Sale un artículo en un diario y automáticamente, de oficio, casi simultáneamente se decide de una manera espectacular. Cincuenta policías especiales, con armas, rompiendo puertas, patrulleros. Nogoyá estaba toda convulsionada. En la ley dice que el fiscal tiene que ir con la mínima fuerza necesaria. ¿Era necesario tanto despliegue? Yo no lo he visto en Paraná”, criticó.
En el mismo sentido, señaló que si hace una denuncia en tribunales, la justicia “te llama, te informa e inicia el proceso. A las monjas nunca las notificaron. Si hay 17 mujeres asustadas, les tocan el timbre, del otro lado un montón de policías, gritos… Y las monjas piden un minuto para llamar al arzobispo y luego de eso le voltean la puerta. Eso fue negarse. Después me llamó, cuando ya estaba toda la Policía”.
“No me animaría a decir que es como violar una embajada, pero hay algo que se hizo desprolijo. Yo no digo ‘todo diez puntos en el convento de Nogoyá’. Pero se hubiese podido iniciar como un proceso común, no era algo gravísimo con violencia. Que inicien la causa, pero no de esta forma. Son todas mayores de edad”, remarcó Puiggari. “Ayer, entrar al convento dio tristeza. Tiraron las puertas, pero las hermanas no le negaron nada”, acotó.
Además, adelantó que la semana que viene pedirá interiorizarse en el expediente. “Hay que ver cuáles son los cargos acá, porque Privación ilegítima de la libertad, no lo entiendo. Uno entra al convento libremente y se va. El único trámite es pedir a la Santa Sede si tienen votos perpetuos”, subrayó.
Más adelante agregó que tienen “un médico de cabecera que atiende a toda la comunidad, tengo constancia que viajan a clínicas de otros lados, tengo una bioquímica que asiste todos los temas de análisis”.
“Todo el mundo puede decir cualquier cosa sin dar la cara”
Ante la consulta de este medio sobre los testimonios de las ex monjas que salieron y formularon graves declaraciones y que conformaron parte del sustento de la investigación, Puiggari respondió: “Es muy común que haya notas con identidades ocultas. Este último tiempo me han acusado de muchas cosas con identidades ocultas, no sé quiénes son, son calumnias y no puedo iniciar juicio porque el medio se guarda el derecho de la fuente. Entonces, todo el mundo puede decir cualquier cosa sin dar la cara. Respeto que hagan la denuncia, pero que digan ‘soy yo’. Entonces, está bien, demostrámelo, porque yo también estoy soportando calumnias tras calumnias”.
“Yo me imagino quién es alguna de las chicas de la nota, porque yo la conozco, la ayudé mucho. Me parece que está sacada de contexto. Insisto, no digo que no haya problema, ¿pero problema para que intervenga la justicia así? Por favor, ¿estamos en el paraíso terrenal donde no hay problemas para que ocupemos policías en un gran operativo?”, inquirió.
“Desde que yo estoy, menores de edad no ingresaron”
“Pasaron un momento bravo”, describió el arzobispo y agregó: “Las monjas estaban muy asustadas”. “Había una mujer enfermita en la cama y le abrieron la celda y entraron policías. Desprolijidades ha habido”, remarcó.
Luego admitió que desde que ocupa la cabeza del Arzobispado, no ha entrado ninguna menor de edad. “Por lo menos desde que estoy”, acotó.
“Voy a pedir una visita a Roma”
“Desde ya que voy a acompañar. Ellas no están en condiciones de enfrentarlo solas”, adelantó.
“Hay cosas que uno puede estar de acuerdo o no, pero tengo que cumplir la ley. Esta es la ley, si el Papa lo manda, tengo que cumplir con la ley, si el Papa lo cambia, vendito sea Dios. Lo que sí voy a hacer es poder pedir a Roma la posibilidad de hacer una visita canónica y proponer algunos cambios en la vida diaria”, anunció.
“Quedamos en ir haciendo algo para averiguar”
Por último, ANÁLISIS le consultó sobre las “quejas” que había recibido en algún momento sobre las condiciones intramuros en el convento. Puiggari admitió: “El obispo está acostumbrado a recibir quejas de todo el mundo. Por semana recibo muchas quejas, pero hay que tratar de ver si tienen o no algún fundamento para intervenir. Cuando recibí las quejas, hablé con quien tenía que hacerlo, que es mi superior y quedamos en ir haciendo algo para averiguar. Pero nunca apareció con esta gravedad. Acá no hay violencia de género, no hay torturas, no hay abandono de personas, no hay privación de la libertad. Si vivís en una comunidad, siempre hay roces: te llevás mal con una u otra, sentís que te valoran o no. Esos problemas hay y no los voy a negar, pero nunca como para una causa judicial”, completó.
Fuente: Análisis Digital
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