El artículo del Padre Marcó “Qué dice el Papa Francisco a los negacionistas del cambio climático", invocando al Papa, aparecido en Infobae, denostando con vehemencia a los “negacionistas”, no hace más que poner en evidencia la urgencia y la desesperación que tiene la Iglesia sobre este tema.
¿Es pertinente preguntarse por qué?
Adquiere ribetes contradictorios en los tiempos actuales, donde se quiere imponer a la
humanidad, ya no a los católicos, esta falacia.
Queda al descubierto que el Papa adhiere fielmente a las políticas globalistas de las Naciones
Unidas, el Foro de Davos y otros que han pergeñado esta brutal Agenda 2030.
Ocuparse de este tema propio de la ciencia, sino hay otros intereses, es una dilapidación de
esfuerzos, máxime en estos momentos donde la Iglesia pasa momentos de incertidumbre.
Dos o tres hechos demuestran lo que digo. El Sínodo, las “medidas correctivas” al Cardenal
Raymond Leo Burke, al obispo Joseph E. Strickland, y ahora al obispo de Iguazú Nicolás Baisi, entre
otros, por su defensa del tradicionalismo y del Depósito de la Fe, aparentemente no hay otros
motivos, alimentan la veracidad del aliarse a las elites globalistas.
No voy a entrar en cifras pues miles de científicos serios han escrito cientos de artículos sobre la
falsedad del cambio climático.
Además lo he documentado en artículos sobre Laudato Si, Laudato Deum y un libro sobre el
particular.
Su origen se encuentra en un plano superior. Ya Christian Rakovsky, lugarteniente de Trotsky
afirma en los reportajes de la muerte, que el fin del capitalismo es lograr la destrucción de la
Iglesia Católica, único oponente a este desquicio hoy llamado globalización y engarzado con la
Cuarta Revolución Industrial y transhumanismo entre otros.
Harari del Foro de Davos sostiene que "dentro de unos años podría haber religiones que sean
realmente correctas", y está convencido de que la IA podría incluso utilizarse para "escribir una
nueva Biblia"...
Las cifras son cuestiones accidentales puestas al servicio de la narrativa que se impone.
Lo que vale son los documentos que explicar el origen de esta invención.
“El Informe Iron Mountain” sostiene que “el ambientalismo debe imponerse, crear la amenza
ambiental y crear una farsa”.
“El movimiento verde” deduce que “la ambición ambientalista por el poder global. Salvar el
planeta es el mayor manotazo de la historia para adueñarse del poder”.
“El entrelazamiento de la economía mundial y la ecología de la tierra” de Jim Macneill (1991) con
prólogo de David Rockefeller lo dice sin tapujos, además los personajes nombrados tienen poco de
bienhechores de la humanidad.
Son documentos de acciones a implementar, y lamentablemente son aplicados sin resistencia.
Aunque luego intentó desmentirlo, el presidente de la COOP.28, el Sultán Al Jaber de los Emiratos
Arabes Unidos afirmó “no hay ciencia detrás de las demandas de eliminación gradual de los
combustibles fósiles. La eliminación progresiva del carbón, del petróleo y el gas llevaría al mundo
de nuevo a las cuevas”.
La verdad a veces fluye inconscientemente.
Según la Unesco el ecologismo se funda en “la ética mundial de valores relativos” y “la ética
universal de vida sostenible”. En síntesis degradación moral y reducción de la población.
Definitivamente está en juego la puja entre el Bien y el Mal.
Por un lado los Dios Mandamientos insertados en la Tradición y en lo terrenal, el orden natural.
Por otro, la Carta de la Tierra que persigue el intento de romper la alianza de Dios con el hombre, y
sustituirla por una nueva alianza de la diosa tierra con la humanidad.
Con la expresión «Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio
climático», ubica a la Iglesia ¿de Cristo? , sin dudas, del segundo lado de los principios en juego.
Roberto E. Franco
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