POLÍTICA & TERRAPLANISMO

31 de Julio de 2022

M.A.F.I.A.

Publicamos la columna del domingo del profesor José Luis Pereyra, premio Fray Mocho de Literatura.

Redes Sociales

 

Antes que los norteamericanos popularizaran al FMI, FBI, CIA, DEA,  y otros  famosos organismos estatales, los italianos ya se habían  aficionado al  uso de las siglas y los acrónimos. Pero vayamos por paso: ¿Qué son las siglas y qué son los acrónimos? Las siglas son vocablos referidos a instituciones y están formadas por las letras iniciales de las palabras que la componen, por ejemplo  FMI, altamente conocido por los argentinos, corresponde al Fondo Monetario Internacional; FBI, en cambio, es el Federal Buró de Investigaciones; CIA (Central Intelligence Agency) es la Agencia Central de Inteligencia y la DEA  (Drug Enforcement Administration) es la Administración del Control de Drogas que, desde hace cincuenta años, está operando en Colombia con tanta mala suerte que, hasta la fecha,  no ha logrado lograr ese logro. Y eso que cuenta con bases militares yanquis en Sudamérica,  muchísimos satélites geoestacionales de espionaje y  armamento de ultimísima generación. ¡Qué macana! ¿No?

Los acrónimos están conformados por las iniciales de palabras que conforman frases. Por ejemplo UFO (unidentified flying object) y su castellanizado OVNI (objeto volador no identificado) son acrónimos. Decía que los italianos fueron pioneros en el uso de acrónimos, porque existen sospechas (ojo que digo “sospechas”) de que la palabra MAFIA se originó durante “las vísperas sicilianas”, dos siglos antes que el descubrimiento de América. El asunto fue así: hacia el año 1282 reinaba en Sicilia un francés, Carlos de Anjou, hermano de Luis IX, rey de Francia. En 1266, el de Anjou se había hecho coronar con el nombre de Carlos I, pero su ambición lo llevó a conquistar otros territorios pertenecientes al poderoso imperio Bizantino y soñaba con tomar la codiciada Constantinopla. Para semejante campaña de conquista, una verdadera cruzada, necesitaba capital y el único modo que tuvo para financiar su locura fue aumentarle los impuestos a los sufridos sicilianos. Lo cual agravó la insoportable  crisis social que éstos ya venían soportando. 

El 30 de marzo de 1282, cuando las campanas de las iglesias anunciaban las vísperas de Pascua, la ciudad de Palermo se levantó en armas contra los franceses. Cuando hablo de “armas”, me refiero a cuchillos caseros, herramientas de labranza, palos y piedras.  La rebelión palermitana  se extendió a otras localidades de Sicilia, como Mesina y Corleone. Y aquí viene el legendario acrónimo: Se dice que los amotinados marchaban cantando la consigna “Morte alle Francia Italia anela” (Italia quiere la muerte de los franceses). También se dice que los  de Corleone, los más encarnizados y aguerridos francófobos, una vez que lograron expulsar a los franceses de la isla, se organizaron secretamente para estar preparados en caso de otra invasión. Esa organización se llamó MAFIA y, con el tiempo, se desvió hacia otras actividades no tan patrióticas ni tan lícitas. Mario Puzzo le rindió homenaje a esta localidad siciliana cuando nombró “Corleone” a la familia mafiosa de su libro El padrino, llevado magistralmente a la pantalla por Francis Ford Coppola, en 1972.

Desde aquellos tiempos hasta ahora, el concepto de mafia no ha cambiado demasiado: grupo de personas, más o menos anónimas, que operan desde las sombras, se asocian tras un fin común y, para obtenerlo, no dudan en cometer crímenes, extorsiones, espionajes, amenazas y otras delicadezas ilegales. Nuestro país está lleno de mafias. Precisamente, la semana pasada hablé de la Suprema Corte de Injusticia, al servicio del Grupo Clarín y enquistada en Comodoro Py para fabricar casos de Law Fare contra los gobiernos populistas o sus funcionarios. Sin embargo hay otras mafias escondidas tras la Mesa de Enlace, los empresarios deformadores de precios, los grupos bancarios y financieros que se unen para vaciar las reservas del Banco Central con cada suba del dólar Blue, los dinosaurios golpistas, la prensa y sus medios hegemónicos, los movimientos piqueteros, algunos gremialistas, etc.

Todos esos grupos, desde diversos espectros de luz, tinieblas y media sombra, presionan, porque desean obtener un rédito monetario o político. Algunos extorsionan, otros chantajean, amenazan y desestabilizan. Hace pocos días, hubo un personaje tan siniestro como Aldo Rico que llegó al borde de la ilegalidad y convocó a otro alzamiento carapintada (como en los viejos tiempos, con la imagen de la virgen a su espalda), en defensa de la república y la democracia, como si el actual gobierno fuera producto de una emanación demoníaca y no el resultado de la voluntad popular expresada en las urnas. Casi del mismo tenor fueron las declaraciones de la Bullrich y ciertos personajes libertarios.

A esta altura de la política, resulta muy ingenuo y quijotesco que un dirigente aspire a mantenerse incólume en su puesto, durante los años de su mandato, sin tener que luchar, en algún momento,  contra los grupos de poder o mafias que componen cualquier país moderno.  Y es que, en la tibieza dialoguista y conciliadora de Alberto Fernández está su propia debilidad como presidente y estadista.

Los rivales de Albertibio no son conciliadores ni dialoguistas, sino mafiosos que recurren a métodos violentos y extorsivos para conseguir sus propósitos. Y si creen que exagero, piensen que hambrear el país, debilitar el salario de los trabajadores y jubilados, subir el costo de los alimentos de la canasta básica, el combustible, los medicamentos, sembrar  la incertidumbre y la angustia (¡como ya lo han hecho antes!), no es precisamente moco de pavo. 

 

*José Luis Pereyra.

 
Gobierno Entre Ríos - CAMPAÑA DE PREVENCION DEL SUICIDIO

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